Hoy 18 de Noviembre del 2011 se cumplen 170 años de la gloriosa muerte del Gran Mariscal Agustín Gamarra en la Batalla de Ingavi, el único Presidente del Perú que murió en batalla.
¿Quién lo recordará?, seguro muy pocos, sólo he visto un efémerides de la página Univisión. Por eso mi intención de este blog, para que los peruanos y todos, revaloricemos a Agustín Gamarra.
Recordaremos primero esta biografía resumen o semblanza, hecha por Basadre en su obra "Historia de la República del Perú":
EFIGIE DE GAMARRA
(por el historiador Jorge Basadre Grohmann)
"Colegial de San Buenaventura en el Cuzco, latinista versado que llevaba siempre en el bolsillo una edición del sentencioso Horacio como maestro del corazón humano, sin embargo había preferido la áspera universidad de la vida impura. Había llegado desde muy lejos al trote de su caballito serrano a la capital altiva por largos caminos circundados por campamentos. Un oculto ahorro vital le infundía el optimismo tan necesario para ser conductor; pese a que desde muy temprano supo la verdad feroz de las cosas. Era la suya una tenaz paciencia de obrero rural aunque a veces el milenario recelo andino, lleno de agachadas, escondedor, sin entregarse nunca, decíase que se hallaba en él. Cuando conversaba solía inclinar la cabeza y miraba de soslayo como un cazador que apunta. Se le tenía en la vida, en la política, en la guerra por lo que en la pampa se llama un baqueano. La nariz aquilina de comando en su rostro lampiño y desencajado de surcos cavados por los años, contrastaba con la quieta mirada de sus ojos color tabaco. Bajo su piel acostumbrada a las recias tempestades de la acción fluía la sangre fría, rara en los pueblos jóvenes, las setenta pulsaciones del pretor. Se le aceptaba, aunque por mucho con un "¡Qué le vamos a hacer!", como un mal menor; pero contemporáneos como Távara, Echenique y Mendiburu lo llaman sereno, prudente y magnánimo aunque sabía, como el marino, utilizar el viento obedeciéndolo y comprendía que la línea recta se tira en el mapa y en el papel blanco y no en el trazado de los caminos ni en el curso de los ríos ni en el gobierno de los pueblos.
Había sufrido reiteradamente la prueba del poder y la contraprueba de la adversidad, muchas veces el infortunio lo había dejado solitario; pero él no se había quedado sentado en la orilla de la vida esperando la marea nueva sino que había ido a buscarla y más de una vez la creó.
Y, sin embargo, a pesar de los rasgos más difundidos de su carácter, se lanzó veterano ya, como un soldado bisoño, a la última aventura. Prefirió las vicisitudes de una campaña cuando hallábase rodeado de los encantos y de las seducciones del poder y cuando la Patria no tenía ya nada más que darle. El frío de la meseta, el hambre creciente, el aislamiento, comenzaron a azuzar a los lobos de la sedición. Llegado el instante decisivo no pretendió salvarse aunque pudo considerar que su persona era una reserva sagrada. Tampoco intentó mendigar una limosna del adversario. Fue como un naufragio y fue como si él estuviera en el puesto de mando. Se irguió en medio del estruendo de los disparos dobles que mojaban de luz las pocas bayonetas que se negaban a retirarse, para caer bajo un cielo que frecuentemente tiene color de cobalto, en el frío de una planicie yerma, ocre y gris, formada de cascajo y tierra de acarreo, donde aprenas crece el ichu o paja de la cordillera, no lejos de unas míseras chozas indígenas no más adornadas que su tienda de campaña. La muerte no le llegó como el ocaso de un bello día sino traída por la tempestad y la tragedia nacional.
Había alcanzado una gran victoria a lograr deshacer la Confederación y al deshacer, con ella, la vida política y el mensaje de su compañero y émulo Santa Cruz. Fue tremenda, en cambio, su derrota al querer un nuevo Estado Imperialista Peruano..."
LA MUERTE DE AGUSTÍN GAMARRA EN LA BATALLA DE INGAVI
El Presidente, gran Mariscal Agustín Gamarra Messia, a pesar que tenía ya 56 años dirigó la campaña contra la República de Bolivia, con el gran sueño que siempre tuvo de anexar Bolivia al Perú como territorio propio como lo fue antes de la independencia.
También luchó por el honor del ejército peruano, a quien Ballivian burlaba al obligarlo a volver al Perú cuando ya se habían hecho los gastos y los requerimientos para apoyarlo.
Se dio la batalla de Ingavi o Incahue, donde lamentablemente el ejército se portó de la peor manera, intentando una revuelta entre los propios oficiales. Se retiraron pues una parte del ejército y Agustín Gamarra fue al frente, a la primera fila del ataque peruano para tratar de contener a los dispersos. No hay duda, sabía que la muerte estaba cerca y no huyó a ella.
La leyenda y la historia nos cuenta muchos sucesos que afirman esto:
Gamarra al ver un arco iris en el cielo boliviano había dicho el día de la batalla "Si fuera un pretor romano no combatiría hoy pues veo en el cielo los colores de Bolivia".
Cuando se enteró de la sedición de los oficiales peruanos, molesto, dijo "Será posible que los peruanos, a presencia ya del enemigo, hagan revolución en tierra extraña. ¡Yo me dejaré matar!"
Y lo que todos mencionan como muy cierto, en plena batalla al ver la dispersión del ejército y que recibía el ataque del grueso del ejército boliviano exclamó con formidable valentía: "¡Aquí es preciso morir!"
PODRÁN HABLAR PESTES DE ÉL, DECIR TODOS SUS DEFECTOS Y PINTARLO COMO EL MÁS TIRANO QUE HA TENIDO EL PERÚ, INCLUSO PODRÁN TILDARLO INJUSTAMENTE DE TRAIDOR A LA PATRIA, PERO NADA NI NADIE PODRÁ BORRAR EL HECHO QUE HAYA MUERTO EN TERRITORIO EXTRANJERO CON GLORIA, DEFENDIENDO LOS COLORES DE LA PATRIA SIENDO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y NO PENSANDO EN SU SEGURIDAD NI EN SU VIDA...
“¡Patria!, ¡Patria muero por ti!. Si tienes ofensas de qué reconvenirme, ve como los expío. Mi sangre derramada por tu seguridad y por tu gloria y los últimos latidos de mi pecho claman ¡Patria perdón!”
Enumeraré cómo todos reconocen ese hecho, hasta sus propios enemigos; es algo que nadie jamás podrá borrar porque así escribió el Mariscal Agustín Gamarra su historia:
“Tuvo Gloriosa muerte en el campo de batalla de Ingavi, en 1841”
Ricardo Palma, en la tradición “Pan, queso y raspadura”, de su monumental obra “Tradiciones Peruanas”
“…salió Gamarra de Lima y fue a esa ciudad, después de lo que emprendió la campaña sobre Bolivia, que causó el desastre de Ingavi y su heroica muerte…”
General Rufino Echenique, en sus “Memorias para la Historia del Perú”
“Y muere en pleno campo de batalla, mezclando su sangre con la de 500 de sus hombres…”
Alfonso Crespo, en “Santa Cruz, el cóndor indio”
“Su honrosa muerte en el campo de batalla, ha justificado lo que venía resuelto a esclavizarnos o a perecer en la empresa”
Presidente boliviano José Ballivian
"La invasión produjo la conciliación magnánima de los partidos de Bolivia y la batalla de Ingavi, en donde el general Gamarra pagó gloriosamente, con su vida, sus errores"
Santiago Távara, ligado al partido Liberal
"Cuando por último colocándose el primero ante las filas inflamaba a los suyos al combate. En la acción de Incahue después de habérsele muerto dos caballos en que estaba montado, traspasado de heridas murió con gloria, el 18 de Noviembre de 1841..."
Epitafio en las honras fúnebres en la Catedral de Lima
"...el desastre de Ingavi producido el 18 de Noviembre de 1841, en donde Gamarra perdió la vida luchando bravamente..."
Manuel Moreyra Paz Soldán
"Muertos uno tras otros dos caballos y herido el tercero, parece que los golpes y contusiones que sufrió en las reiteradas caídas renovaran su coraje y le hicieran olvidar del todo la obligación de conservar la vida para su patria y no prodigarla..."
Diario El Comercio en la necrología de Agustín Gamarra
"Se lanzó a la muerte este viejo y valiente jefe al contemplar la inmotivada dispersión de su ejército y se sacrificó para salvar, si salvar era posible, el honor de su patria"
Modesto Basadre
"MI GLORIA VERDADERA SERÍA MORIR POR LA PATRIA AL LADO DE MIS AMIGOS"
Agustín Gamarra en carta a su amigo Gutiérrez de la Fuente, del 8 de Septiembre de 1836
DISCURSO DE BARTOLOMÉ HERRERA POR LAS EXEQUIAS DEL MARISCAL AGUSTÍN GAMARRA
Lima celebró las exequias en la Catedral del gran Mariscal Agustín Gamarra el 4 de Enero de 1842. El pueblo limeño acudió traspasado de dolor y amargura al recordar y honrar la imagen del Presidente de la República muerto en batalla y vejado por los bolivianos.
El encargado de la ceremonia fue el párroco Bartolomé Herrera, quien comenzó a hablar así:
"Si, como se acostumbra en los funerales de los grandes hombres, que desaparecen de los pueblos, dejándoles recuerdos agradables y honrosos, y edificación a la Iglesia, me hubiera propuesto hacer el elogio completo del Generalísimo Presidente, y referiros su vida toda, no habría podido llevarlo a ejecución. Plumas habrá que lo hagan. Por ahora, yo no puedo pensar en esa víctima gloriosa, sin que su muerte absuelva mi alma de tal modo, que no me deja libertad para ocuparme de su vida. Hablaré de su muerte, castigo nuestro, y él, que ha pasado ya por el juicio de Dios, y habita en la mansión de la verdad, no echará menos esas alabanzas, muchas veces mentidas...Deseará más bien, el grande hombre sacrificado por la salud pública, que su muerte produzca un sólido provecho."
Bartolomé Herrea, realizó el discurso en la Catedral de Lima por la muerte de Agustín Gamarra
Habló luego el desengaño de Gamarra cuando el general boliviano Ballivián que había solicitado su ayuda y la había conseguido lo traicionó, de los triunfos peruanos que parecían decir que todo acabaría en victoria .. "El generalísimo Presidnte, ese viejo capitán, cargado de conocimientos militares, de experiencia y de gloria, señaló allí el sitio del combate. El dieciocho de noviembre estaba en actitud de embestir el ejército defensor de la majestad del Perú. Rompieron el fuego las guerrilas: se trabó la lucha..."
Durante la batalla refiere cómo la niebla hizo que los peruanos se ataquen por un momento entre ellos, cómo dos batallones huyeron en medio de la batalla, cómo Agustín Gamarra queda delante exponiendo su vida: "¿Quién los anima? Un semblante encendido por la llamarada del corazón, en que se había reunido y reconcentrado cuanto patriotismo y cuanto valor hay esparcido en el Perú, resplandece entre ellos, representando la grandeza, la soberanía de la Nación"
En el momento supremo de la batalla pinta el carácter y la valentía de Gamarra: "Gamarra no ignoraba que la muerte era inevitable en la posición que defendía: pero era deber de él y de los suyos sostener hasta el fin el honor de nuestras armas. No pensó más. La voz poderosa con que la patria manda, salió de su boca: ”¡AQUÍ ES PRECISO MORIR!” “Aquí es preciso morir”, repitió cada corazón; y clavados los ojos en la gloria de la patria que se eclipsaba, no veían los que caían sin aliento; y la defendía cada soldado con el entusiasmo de un general"
"¡Caed valientes! ¡Caed entre las bendiciones de vuestros compatriotas! ¡Caed, cumpliendo obedientes vuestros deberes! ¡Caed asombrando al mundo! ¡Pero caed invocando al Señor, para que vuelen vuestras almas a la altura donde únicamente pueden hallar premio digno vuestros hechos! ¡Caed! que mientras exista el ser que os comunica ese ardimiento sobrehumano, la patria nada teme. Más ¡Ay! cayó también. El fuego de su corazón había ya vencido dos veces a la muerte. Dos veces se había levantado del sepulcro para animar de nuevo a sus soldados, con el aire sublime de la eternidad, maravillosamente unido al exaltado interés, que inspira al hombre del tiempo la vista de la Patria amenazada. Mas las miras de Dios se habían en esta parte llenado. Había dado ya, en la resistencia heroica de esos pocos, una muestra de la disciplina, del valor, de la superioridad que se ha servido conceder a los Peruanos sobre sus enemigos, a fin de que cuando llegue el día del castigo, la soberbia ridícula no pueda alegar por excusa el engaño... : y era ya el momento, en ese día de horrible pena y de luz clarísima para los Peruanos, de acabar de advertirles, que la felicidad debe esperarse del poder y la misericordia del Señor, no de un brazo de barro: y ese brazo cayó desecho; y cayó la ignominia sobre la frente del Perú."
Pinta así sus últimos momentos dándole un cuadro legendario: "En medio de este aparato de angustias para nosotros los vencidos, y del triunfo de la justicia del Señor, el ojo espirante del Presidente circundado de polvo se volvió al Perú: y en el lenguaje rápido del corazón “Patria, le dijo, Patria muero por ti. Si tienes ofensas de que reconvenirme, ve como los expió. Mi sangre derramada por tu seguridad y por tu gloria y los últimos latidos de mi pecho claman ¡Patria perdón!!! Dios del Perú: Dios de bondad, recibe mi alma. Perdón a mis verdugos. A los que han conculcado la dignidad del Presidente del Perú, confusión, confusión y escarmiento. A mi Patria…. ¡Ah! ¡Que la discordia no la haga el escarnio del mundo! ¡UNIÓN! ¡TRIUNFOS! ¡PAZ GLORIOSA!...”
Bartolomé Herrera añade tiernamente: "¡Vencedor en Ayacucho! ¡Víctima querida de Incahue! Sí: la Patria te escucha. Cuando no tuvieras otro título a su amor que este último sacrificio, bastará para que tu memoria jamás se borrase de nuestros corazones. Todos hemos errado, todos hemos contribuido a la ruina de la Patria: pero el mérito de arrojarte a una muerte cierta por su honor; rodeado de todos los encantos, de todas las seducciones del poder; y cuando la Patria no tenía ya qué darte, mérito es sólo tuyo: mérito suficiente para borrar la idea de cuantas faltas pudieras haber cometido, en el siglo de tentación en que te tocó existir, aunque fueras responsable tú solo de las que confesamos haber cometido todos juntos"
Termina lamentando la conducta bárbara de los bolivianos comandados por Ballivián sobre el cuerpo de Gamarra y da un gran sermón sobre la necesidad de acato, obediencia y responsabilidad en el ejército y en general en los peruanos que fueron causas de la derrota de Ingavi: "Que la sangre dle Generalísimo Presidente nos recuerde siempre hasta dónde puede conducir a las Naciones el abandono de sus hijos: que él vea desde el Cielo, elevarse de nuevo en el Perú la GLORIA y las bendiciones a tu nombre Santo"
EL CADÁVER DE AGUSTÍN GAMARRA
El general José Ballivian pues se comportó de manera salvaje y atroz contra Gamarra y los peruanos. En cuanto a los oficiales los capturó y vejó. Ramón Castilla que era comandante en jefe fue humillado personalmente por Ballivián tanto física como psicológicamente.
Lo peor que realizó este Presidente boliviano fue ordenar que el cadáver de Gamarra sirva como base para un obelisco conmemorativo de la victoria boliviana, cosa que cumplió y lo podemos observar en este decreto suyo:
José Balivian, General de División, en Jefe de los Ejércitos de Bolivia, Presidente Provisorio de la República ect. etc. etc.
CONSIDERANDO
1. Que la batalla de Ingavi es un hecho de armas eminentemente glorios a la República.
2. Que en esta jornada se han salvado la independencia, la libertad y la dignidad nacional.
3. Que un acontecimiento tan fausto debe perpetuarse con monumentos, que transmitan a la posteridad el lauro de nuestras armas y los nombrs de los ilustres guerreros que concurrieron a tan memorable batalla
DECRETO
Art. 1º En el campo de Ingavi se levantará una pirámide cuadrangular sobre la altura general de cuarenta y cinco pies: la altura del pedestal con tres gradas para el zócalo será de dos varas, dos pies y seis pulgadas: la de la flecha del obelisco o pirámide de doce varas seis pulgadas; y los dos módulos o base del triángulo de la flecha de una vara y seis pulgadas correspondientes.
Art. 2º En el frente del Pedestal que mira al campo de batalla se pondrá esta leyenda: “Aquí seis mil peruanos que osaron invadir la tierra de Bolivia, fueron vencidos por tres mil ochocientos bolivianos:” en el frente que mira al pueblo de Viacha se leerá esta otra: “las cenizas de un invasor forman la base de este monumento”. En los otros dos frentes, se inscribirán en el uno los nombres de los Generales, Jefes, Oficiales y Cuerpos que concurrieron a la batalla, y en el otro los nombres de los que componían la plana mayor del ejército.
El Secretario General queda encargado de la ejecución de este decreto, y de hacerlo imprimir, publicar y circular. Dado en el Palacio de Gobierno en la Paz de Ayacucho a 24 de Noviembre de 1841. José Ballivián Manuel Escobar.
La casaca o leva del Mariscal Agustín Gamara donde se observa los agujeros en la parte delantera
DEVOLUCIÓN Y REINVINDICACIÓN DE LA MEMORIA DE AGUSTÍN GAMARRA POR BOLIVIA
Gracias a Dios nuestros vecinos de Bolivia no podían ser insensibles ante tamaña salvajada, y cuando el presidente José Ballivian fue depuesto, los vecinos de Viacha tumbaron la columna erigida donde estaban los restos de Gamarra. Así mismo el presidente boliviano Manuel Isidoro Belzú ordenó traer el cadáver de Gamarra, darle exequias fúnebres en la iglesia de La Paz, en Bolivia para posteriormente devolverlo al Perú. Claro está que podemos ver también un afán de oposición hacia el presidente antecesor, en este caso Ballivian, y un matiz político, pero igual mi gran reconocimiento al presidente boliviano Belzú y al pueblo boliviano.
Aquí las acciones del Presidente boliviano:
El ciudadano Manuel Isidoro Belzu,
General en jefe del Ejército Libertador, Jefe superior de los Departamentos libres de la República por la voluntad de los Pueblos.
CONSIDERANDO
1. Que los restos mortales del Generalísimo de las armas del Perú Don Agustín Gamarra han yacido por más de seis años bajo el pedestal de la columna erigida de la batalla de Ingavi.
2. Que la inhumación de ellos en aquel lugar profano fue ordenada por un hombre de la Edad Media, sin otro programa que el de despreciar a los demás hombres, y aún los respetables cadáveres de los que reputara sus enemigos, porque no había podido penetrar jamás en su lóbrega alma uno solo de los destellos de la filosofía y civilización moderna.
3. Que tan bárbaro atentado no podía menos de concitar los justos resentimientos del pueblo Peruano, que acaso han refluido sobre el de Bolivia, sin embargo de que éste lo miró con horror desde un principio y protestó siempre contra él, bien que en silencio, porque la mano férrea de su atroz tirano se ocupaba tenazmente sofocar hasta el resuello del pensamiento.
4. Que el pueblo de Viacha, en cuyo territorio se levantó la columna de Ingavi, ha dado la primera muestra de la indignación de que estaban poseídos los bolivianos contra ese oprobioso e inútil trofeo, mandando a tiempo de sus solemne pronunciamiento por la libertad, que fuese inmediatamente demolido, y trasladados a su templo los restos mortales del Generalísimo indicado.
5. Que es menester honrar de un modo más solemne las veneradas reliquias de uno de los héroes de la Independencia americana, del ilustre jefe de un pueblo hermano y amigo, traído a Bolivia, acusado en seguida de invasor y muerto por el mismo aspirante fementido, que poco antes imploraba bajamente su protección
DECRETO
1. Los despojos mortales del Generalísimo de las armas del Perú D. Agustín Gamarra, trasladados provisoriamente al templo de Viacha, serán conducidos a la ciudad de la Paz de Ayacucho; y se depositarán en su Iglesia Catedral el día 9 del mes de Febrero próximo, aniversario de la Restauración de Bolivia.
2. Las exequias se celebrarán con asistencia de las corporaciones y de todos los funcionarios públicos residentes actualmente en aquella ciudad, y con oración fúnebre que se dirá por un Eclesiástico de dignidad.
3. Al tiempo de la conducción, exequias y depósito de los mencionados despojos, se les harán todos los honores que la Ordenanza militar prescribe en obsequio y memoria de los Capitanes Generales del Ejército.
4. El Prefecto del departamento de La Paz de Ayacucho nombrará además un Orador civil, que pronuncie sobre la tumba del Generalísimo Gamarra un discurso fúnebre, que honre su memoria y justifique nuestra conducta política.
5. El mismo Prefecto, de acuerdo con el Comandante General del distrito y la Autoridad eclesiástica, arreglarán el ceremonial de todos los actos prevenidos en el presente decreto, cuidando de que ostenten la mayor pompa y magnificencia posibles.
Dado en Oruro a 8 de Enero de 1848. MANUEL ISIDORO BELZÚ.
Repatriación de los restos mortales de Gamarra al Perú
Llegó pues el cadáver de Gamarra, honrado por los bolivianos, al Perú en 1848. Se le hicieron los honores correspondientes, que es semejante a la repatriación de los restos de Napoleón Bonaparte a Francia (que sucedió en el año de 1840).
¿Quién era presidente de esa época? El gran Mariscal Ramón Castilla, quizás responsable en parte de la muerte de Gamarra, quizás su digno sucesor como apunta el biógrafo de Gamarra Manuel Martínez.
Y de esta manera el cuerpo del gran Mariscal Agustín Gamarra Messia descansa en territorio peruano en el "Panteón de los Próceres"
“Y AÚN CUANDO NO TUVIERAS OTRO TÍTULO DE AMOR A LA PATRIA QUE ESTE ÚLTIMO SACRIFICIO, BASTARÁ PARA QUE TU MEMORIA JAMÁS SE BORRE DE NUESTROS CORAZONES"
Referencias:
"Historia de la República del Perú", Jorge Basadre
"Oración en las exequias del generalísimo Presidente Agustín Gamarra", Bartolomé Herrera
"Agustín Gamarra, Mariscal de Piquiza", Miguel Martínez
"Memoria Fúnebre y depósito de los restos mortales del Exmo. Agustín Gamarra, generalísimo de las Armas del Perú"
Jesús De la Jara